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El enemigo viene como un león furtivo que sale furioso desde su guarida, y se encamina a la tierra de ustedes. Sus ciudades quedarán en ruinas, sin un habitante. ¡Así que vístanse de luto y lloren con amargura, porque la terrible cólera del Señor aún no ha terminado! En aquel día, dice el Señor, el rey y los príncipes temblarán de miedo, y los sacerdotes y profetas estarán horrorizados.

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